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Vergüenza ajena es lo que se siente al oír al ex Cdte. en Jefe de la Armada tras conocerse de 8 marinos investigados por instalar cámaras para espiar a sus compañeras.
Según él, como estas cosas (potencialmente delitos) podían pasar mejor que las mujeres no estuvieran en las FFAA.

Retrógrado. Es el clásico recurso de culpar a la víctima de las acciones del victimario. De aquí al “ella se buscó que la violaran por andar con mini” hay un paso.

Luego Arancibia trató de matizar sus dichos, pero ahí mismo justificó que no se admitan mujeres en los submarinos. Está claro lo que piensa.

Y ese pensamiento no es, lamentablemente, exclusivo del ex Cdte en Jefe de la Armada. En esa institución, ha habido una resistencia histórica a recibir contingente femenino que enriquece las instituciones militares como todo ámbito de la sociedad.

Subyace un machismo inaceptable. A los que piensan como Arancibia les aclaramos que no es un favor, ni una galantería lo que hacen las FFAA cuando incorporan a las mujeres. Es una obligación de todo el Estado garantizar la no discriminación. 

Para mala suerte de los machistas no somos muñecas inflables, somos (aunque nos costó) ciudadanas. Y tenemos conciencia de que violentar la intimidad o impedir el desempeño laboral son parte de una violencia estructural que no estamos dispuestas a aceptar.

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