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La paralización de los trabajadores de Minera Escondida, la mayor productora de cobre del mundo, suma 8 días. Y el tono del conflicto está lejos de bajar. Hoy, los trabajadores acusaron intransigencia de parte de la compañía. Derechamente la acusan de querer extender la paralización con fines especulativos, beneficiándose, dicen los trabajadores, con una mayor capitalización bursátil y un precio del cobre que va al alza por la menor producción.

La empresa por su parte ha acusado de actos violentos en sus instalaciones y bloqueos de rutas, que han afectado a sus contratistas aún en funciones. Todo esto como telón de una negociación con partes alejadas. Solo por mencionar un punto del petitorio: los trabajadores piden 7% de reajuste frente al 0% que ofrece la empresa. Ante una a negociación estancada, el Gobierno tomó parte  activa. La pregunta es por qué. Si bien la Dirección del Trabajo está facultada para mediar y acercar posiciones, hoy los trabajadores se reunieron con la propia Ministra del Trabajo, Alejandra Krauss, para plantear sus puntos.

Es una negociación potente, por ser la principal faena a nivel nacional en la industria más relevante. Cada día de paralización puede afectar el crecimiento nacional y los ingresos fiscales. Pero además pone a prueba la recientemente aprobada, y largamente discutida, Reforma Laboral. Es el primer testeo, en un conflicto laboral grande, de sus nuevos puntos, entre ellos el funcionamiento de los controvertidos servicios mínimos y de la efectividad real de las huelgas bajo la nueva norma. ¿Fueron correctos los vaticinios más críticos o solo exgareaban? El conflicto parece tener un largo camino y eso está por verse.

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