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Dos diputados de la UDI (Ignacio y Osvaldo Urrutia) pidieron al gobierno que impida la entrada a Chile del ex juez Baltasar Garzón. Dieron distintos argumentos, desde la condena por prevaricación que pesa en su contra por ordenar escuchas ilegales, hasta su apoyo a la demanda marítima boliviana.

Aunque sabemos que Garzón es célebre en Chile por otro tema: por el arresto de Augusto Pinochet en Londres, y precisamente los dos diputados son conocidos como acérrimos defensores del ex dictador. Hablando de dictaduras, la petición recuerda de inmediato la actuación de otra, la cubana, que prohibió hace algunas semanas el ingreso a su país de una visitante extranjera: la ex ministra chilena Mariana Aylwin.

Los defensores de las dictaduras se parecen, y los argumentos que utilizan, también: los dos diputados actúan de forma muy similar al régimen castrista, al pretender que se impida la entrada de personas con ideas distintas a las de ellos dando diversos argumentos.

Pero Chile es una democracia, donde las ideas deben discutirse y no acallarse, parando en las fronteras a los disidentes. Y si el gobierno actúa de forma arbitraria en este tema, está la justicia como ocurrió en el caso del comunicador italiano Lorenzo Spairani, cuya expulsión de Chile fue declarada ilegal por la Corte Suprema, que lo autorizó a regresar al país. 

Así funcionan las democracias pluralistas, aunque les pese a los nostálgicos de las dictaduras, sean de izquierda o de derecha.

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