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Ya es oficial. Beatriz Sánchez fue proclamada como precandidata presidencial de Revolución Democrática y del movimiento Autonomista. Y partió con viento a favor. Según la encuesta Cadem, suma 4% de preferencias, empatando con Ricardo Lagos y superando a todos los demás candidatos, excepto a Piñera y Guillier.

Mientras la Adimark la pone con 2%, un resultado que tiene algo positivo para para sus pretensiones: gran parte de la encuesta se realizó cuando Sánchez ni siquiera había aceptado una precandidatura. Sus ventajas son claras. Tiene empatía y credibilidad, por su trabajo en radio y televisión. Además a su lado están  dos de los políticos mejor evaluados del país, Giorgio Jackson y Gabriel Boric.

Parte la carrera con equipaje liviano. Sin denuncias contra ella ni sus cercanos, y libre de vinculaciones complejas con el dinero en la política, con partidos desprestigiadoso vinculados con el gobierno, como le ocurre al senador Guillier. Pero sus desafíos también son enormes. Partiendo por su inexperiencia y la falta de equipos probados en un gobierno. Hoy se hizo cargo al declararse como aficionada, pero retrucar que no fueron los aficionados los que hicieron el Transantiago o las AFP.

Su nivel de conocimiento es bajo, y no cuenta con una estructura nacional, como las de Chile Vamos o la Nueva Mayoría: gran parte de su  apoyo potencial está en jóvenes, muy activos en redes sociales, pero no necesariamente acostumbrados a votar. ¡Vamos a ganar! dijo Sánchez. Pero mucho antes que eso, su primer desafío es convertirse en un factor en estas elecciones, una tarea en que, al menos hoy, partió con el pie derecho.

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