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“Es como una familia, cuando hay algo malo, a la mamá le da cáncer y todos se culpan y no debe ser así” dijo el obispo Horacio Valenzuela. Es no entender nada. Uno de los acusados de encubrir a Karadima, aún no asume que no se trata de problemas o pecados sino de delitos.

Compara lo que él califica como “falta de lucidez” con lo que ocurría en dictadura “cuando hubo gente que no supo qué pasaba y no eran culpables”. Pero, si nos guiamos por las acusaciones de las víctimas, el caso de Valenzuela se parece más que a un ciudadano corriente, a que un ministro de Pinochet dijera no supo de las violaciones a los DDHH.

Incomprensible tb otro ex cercano a El Bosque. El mismo obispo Koljatic, que según Murillo le cortó el teléfono en 2010 cuando intentaba conversar sobre los abusos, hoy dice: Si tal vez no fui lo suficientemente lúcido para comprender lo que estaba ocurriendo” “Si tal vez”…duda Koljatic.

Aclaremos: en el mejor de los casos no fue lúcido, según las víctimas, encubrió. Incluso después de la carta de Papa dicen que no se trata de renuncias, sino de rezar. En los acusados de encubrir, comienza un intento de mostrar como que la situación fue imposible de afrontar.

No lo era antes, menos después, pero siguieron cubriendo El Bosque con su manto de protección.

Los 4 obispos acusados de participar en sesiones de corrección de Cruz: ¿Acaso ahora son víctimas? ¿Ahora ellos viven un calvario? Palabras como las de Koljatic y Valenzuela revictimizan a los abusados y sólo eso, después de tanto sufrimiento, es inaceptable.

 

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