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De los 40 días que lleva en el gobierno, no hay duda que de multiplicarse los errores de los últimos 5, las críticas se convertirán en argumentos para rearmar  a la difusa oposición y sacarán al presidente Piñera de la zona de confort que le dieron los 10 puntos de ventaja con los que asumió.

En vez de Piñericosas, esta semana vimos en el gobierno machismo, desprolijidad y nepotismo. Si el lunes el presidente quiso quitarle argumentos a los estudiantes para marchar, anunciando un aumento en la gratuidad para los CFT y su compromiso de impedir el lucro… sólo le bastaron horas a su  ministro de educación para señalar que no castigaría con cárcel a la gente que gana plata, homologando ese concepto al lucro…

Fue más allá, frente a la polémica por el contagio de Sida , Gerardo Varela contó que sus hijos usaban más de 3 condones porque eran unos campeones… Descriterio y machismo. La desprolijidad la vimos a propósito del Sida, pero en la voz del ministro de salud, quien confundió las cifras de mortalidad del VIH en Chile, poniendo a nuestro país duplicando la cifra mundial, cuando es 12 veces menos… ¿qué habrá dicho el presidente, que tiene una verdadera fijación con los números?

Y si al llegar a La Moneda Sebastián Piñera señaló que iniciaba un gobierno de unidad, un flaco favor le hizo a ese objetivo el diputado de la UDI Ignacio Urrutia, al calificar de terroristas a las víctimas de la dictadura. La guinda de la semana la puso el propio mandatario. En uso de su exclusiva atribución para nombrar embajadores, quién sabe por qué razón decidió obviar el concepto de nepotismo y nombrar a su hermano Pablo en Argentina…

Nadie cuestiona sus méritos, no es ilegal, pero es poco ético. El nombramiento sin duda fue bien recibido en Argentina, como señal de deferencia y cercanía, pero los electores de Sebastián Piñera están en Chile, no en Argentina, y decisiones como ésta podrían comenzar a horadar la confianza que depositaron en él.

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