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Se llama Contralorito, es un loro, y ahora por equidad de género también existe Contralorita. Puede parecer anecdótica, pero la idea de un funcionario que Jorge Bermúdez decidió apoyar, refleja algo más profundo. El Contralor ha avanzado en la línea de acercar a este organismo y dotarlo de una voz fuerte.

En un clima de profundo desprestigio a las instituciones, cuando Carabineros, políticos, empresarios o curas son mirados a lo menos con recelo, la Contraloría parece estar comenzando a jugar un rol de independencia y lucha contra la corrupción que en algún momento se atribuyó al Ministerio Público.

¿Se han equivocado? Sí. La falta de detección, a pesar de las fiscalizaciones, del mega fraude en Carabineros es un ejemplo. ¿Han sido siempre efectivos? No. Una muestra: cuando le exigió al SII que su doctrina en las querellas no fuera arbitraria.

Pero han estado presentes en temas relevantes. Del último tiempo: FFAA, el proyecto de aborto en 3 causales, la designación de Pablo Piñera, el viaje del ministro Larraín.

Una señal de independencia es que sus fallos a veces incomodan a un sector y otras veces a otro. Y es evidente que cada vez las presiones políticas sobre esta institución serán mayores.

Las expectativas son altas: del Contralor y su equipo depende no defraudarlas. Pero también de que se les den los recursos y el espacio para trabajar de manera independiente.

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