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“Quien fuera bisectriz pa partirte en dos y altura para pasar por tu ortocentro”.

La frase de polerones del 4to medio L del Instituto Nacional, molestó. Hoy alumnas de cuatro liceos protestaron por esto y denunciaron casos de acoso. Son parte de un movimiento cuyo alcance aún no conocemos y que, más allá de que algunos de sus métodos sean discutibles, nos ha obligado a mirar un elemento muy poco atendido: la educación sexista.

No es raro que las menosprecie y hasta ridiculice, a las feministas que luchaban por el sufragio también se las descalificó. Pero, aunque buena parte de la elite no lo haya visto, es un tema relevante: apunta a una de las fuentes de una cultura machista. Salas de clases donde se hacen bromas peyorativas, donde hay pocas mujeres puestas como modelo, lugar donde se refuerza el prejuicio. 

En una actitud lúcida, el pdte del Centro de Alumnos del Instituto Nacional solidarizó con las manifestantes y admitió que su colegio es un “semillero de machismo”. La verdad es que buena parte lo son. Abogar por educación no sexista no es descuidar a la mujer que no le pagan la pensión o la que recibe menos salario que su compañero. Significa creer que hay reformas inmediatas y otros de largo plazo, como cambiar la cultura, indispensable para cerrar brechas. Por eso, al menos en la enseñanza pública, es clave que aparte de laica, sea mixta. Que hombres y mujeres se eduquen juntos en la cooperación y la igualdad. Será un paso y tardará décadas, esperemos que no siglos. 

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